El poder del optimismo / The power of optimism




"Ningún pesimista ha descubierto el secreto de las estrellas, ni ha navegado por mares desconocidos, ni ha abierto una nueva puerta al espíritu humano” (Hellen Keller, Optimismo, 1903).

"No pessimist ever discovered the secret of the stars or sailed an uncharted land, or opened a new doorway for the human spirit" (Hellen Keller, Optimism, 1903).



1.- El optimismo, ¿una filosofía de vida?

Qué mejor punto de partida para iniciar la presentación de esta monografía sobre “el optimismo”, integrada dentro de una revista especializada en la formación inicial y permanente del profesorado, que esa cita de “Optimism”, uno de los libros escritos por Hellen Keller, cuya vida inspiró “El milagro de Ana Sullivan”, la famosa película galardonada con dos Óscar en 1962. 

Sorda, ciega y muda, Hellen Keller, con quien resultaba imposible entablar ningún tipo de comunicación, era considerada por su familia como una desgracia de la naturaleza, como una niña sin posibilidad alguna de recuperación. Tan sólo su madre mantenía una leve esperanza, que la llevó a contratar a Ana Sullivan, una joven maestra especializada en sordomudos, que se empeñó en recuperar un caso tan desesperado como el suyo. Con rigor, paciencia, optimismo y esperanza, Ana consiguió finalmente el milagro de romper la burbuja secreta en la que vivía Hellen, una adolescente encerrada hasta entonces en la fortaleza vacía y solitaria de su mundo interior, en un recinto de tinieblas y silencio del que terminaría emergiendo, no sin dolor, una personalidad extraordinaria, brillante, entusiasta y única.

Hellen Keller, que vivió con Ana Sullivan casi medio siglo, aprendió a leer con el sistema Braille en diferentes idiomas, se graduó en una prestigiosa universidad norteamericana con la máxima calificación y terminó siendo una famosa escritora, oradora y activista, que viajó por Estados Unidos, Europa y África. Por otra parte, su sordoceguera permitió un desarrollo excepcional de su sentido del olfato (un poderoso hechicero, como ella lo llamó, un canal sensorial con enormes poderes mágicos, gracias a su capacidad para evocar todo tipo de emociones y recuerdos), lo que la convirtió en la nariz más famosa de la historia, capaz de descubrir el oficio de una persona por su aroma, por su olor. Nada ni nadie pudo con su voluntad de aprender, ni con su deseo de abrirse al mundo del conocimiento. Fue un ejemplo de vida, de superación personal, mostrando al mundo entero el poder de transformación que tienen la fe, la voluntad, el optimismo y la esperanza. Si, como decía Paulo Freire, el problema no son las dificultades, sino como transformar éstas en posibilidades, la historia de Hellen Keller nos muestra el poder de la educación en orden a la superación de limitaciones y barreras, la capacidad transformadora de la pedagogía de la esperanza. 

Helen Keller y Ana Sullivan lograron conjurar, juntas, los murmullos de muchos fantasmas. Decía Hellen que si la felicidad se pudiera medir y palpar, entonces ella, que no podía ver ni oír, tendría todos los motivos del mundo para sentarse en una esquina y ponerse a llorar sin parar, pero que a pesar de todas sus privaciones era profundamente feliz. El optimismo residía en lo más hondo de su corazón y ella lo eligió como filosofía de vida. Ambas, Hellen y Ana, alumna y maestra, son, por otra parte, una auténtica referencia para los profesores y estudiantes de hoy, y para todas aquellas personas que confían en el poder del optimismo a la hora de afrontar la adversidad y sobreponerse a ella.


2.- Candide, ou l'Optimisme

Se piensa que fue François-Marie Arouet (Voltaire) el primero en utilizar el término optimismo, allá en 1759, cuando escribió su célebre cuento “Candide, ou l'Optimisme”, en el que se burla, página a página, de las ideas del filósofo alemán Wilhelm Leibniz, quien sostenía que “el mundo en el que vivimos es el mejor de los mundos posibles”. Y, sin lugar a dudas, fue Voltaire (filósofo, escritor, símbolo de la Ilustración y una de las figuras clave del siglo XVIII), quien realmente popularizó el término optimismo, que viene del latín “optimum” (lo mejor). Sin embargo, esta palabra ya había sido utilizada por otros autores con anterioridad, siempre en el mismo tono burlón de “Cándido o el Optimismo”, una de las obras más controvertidas de aquella época, que fue publicada bajo el seudónimo de “Monsieur le docteur Ralph”, y de cuya autoría Voltaire jamás se responsabilizó abiertamente. Antes de que él lo emplease en “Candide” (1759), el término optimismo fue utilizado, entre otros, por los jesuitas franceses en 1737 (optimisme), por el británico William Warburton en 1743 (optimism), o por los alemanes Ephraim Lessing y Moses Mendelssohnen en 1755 (optimismus), siendo incluido por primera vez en el Diccionario de la Academia Francesa en 1762.

En “Candide, ou l'Optimisme” (una fábula irónica y pintoresca que ha servido de trama a “Los optimistas” [2006], película dirigida por Goran Paskaljevic), Voltaire nos ofrece un relato satírico y despiadado del falso optimismo, “Tout est bien, tout va bien”, en el que sus protagonistas terminan convirtiendo en buenos los hechos más terribles y lamentables. 

Uno de los protagonistas de este relato, el profesor Pangloss (que representa a Leibniz), defiende en “Candide” que “la armonía preestablecida es la cosa más bella”, que “todo sucede para bien” y que el mundo en que vivimos es “el mejor de los mundos posibles”, de manera que “quienes afirmaron que todo está bien, han dicho una tontería; debieron decir que nada puede estar mejor”. 

Al final del cuento, Pangloss destaca que “toda su vida había sido una serie de horrorosos infortunios”, pero que “como una vez había sustentado que todo estaba perfecto, seguía sustentándolo”. Mientras tanto, Cándido, el protagonista principal, educado por Pangloss y cuyo nombre resulta una ironía más de Voltaire, se nos presenta inicialmente como el optimista ingenuo que cree de forma acrítica y absurda en la perfección indiscutible del mundo: “Un sabio que después tuvo la desgracia de ser ahorcado, me enseñó que todas esas cosas son un dechado de perfecciones, las sombras de una hermosa pintura”. Pero Cándido termina por descubrir una realidad bien distinta: que la bondad escasea, que el futuro es impredecible, que la vida es una lucha sin fin, que vivimos rodeados de todo tipo de desgracias y tragedias…, lo que le sumerge en un debate apasionado y agónico entre el optimismo ingenuo que le ha inoculado Pangloss, su preceptor en la infancia, y la cruda realidad, que le golpea de forma sistemática y despiadada dejándole sin aliento y sin esperanza.

En este sentido, Voltaire, que maneja con ironía y habilidad los diálogos de los diferentes protagonistas de su relato, nos trasmite una visión pesimista del mundo y de la vida: Frente a las ideas de equilibrio perfecto y armonía universal que defiende Pangloss (Leibniz), la realidad es que vivimos en un mundo hostil, en el que nos acechan todo tipo de desdichas y calamidades, por lo que el optimismo sin más resulta ser algo tan ingenuo como absurdo: “todo está bien cuando en realidad todo está mal”. Sin embargo, el pesimismo de Voltaire, que se mostró bastante más optimista en “Le mondain”, escrito en 1736 (un himno a la vida y los placeres), no quita para que en “Candide” defienda al mismo tiempo que "Il faut cultiver notre jardin", porque si nos ocupamos de cuidar aquello que nos rodea de forma más íntima podremos conseguir que nuestra vida sea más próspera, feliz y productiva.


3.- El optimismo inteligente

En 1998, inmediatamente antes de que Seligman y otros psicólogos americanos fundasen la Psicología Positiva, María Dolores Avia y Carmelo Vázquez publicaban un ensayo titulado “Optimismo inteligente. Psicología de las emociones positivas”. Con él se pretendía, tal como destaca María Dolores Avia dentro de esta monografía, “acotar el espacio semántico del término optimismo, y tratar de eliminar todas las visiones melioristas, ingenuas, biempensantes y casi siempre vacías, con que suele adornarse. Intentábamos rechazar desde el inicio una crítica que anticipábamos, la que considera al optimista como un ser iluso”.

El optimismo inteligente, que es el que nos interesa aquí, es el eje central sobre el que pivota el conjunto de artículos que componen la presente monografía. Frente al optimismo ingenuo de “Candide”, nos cautiva el optimismo de personajes como Hellen Keller, Víctor E. Frankl, Boris Cyrulnik, André Rochais, Teresa de Calcuta, Vicente Ferrer, o el de millones de seres humanos anónimos, que han sabido acometer con decisión y entusiasmo proyectos constructivos; o afrontar con valentía y esperanza todo tipo de adversidades. Porque, como ya hemos señalado, “los seres humanos estamos capacitados para convertir las crisis en oportunidades, las dificultades en posibilidades; para afrontar de forma positiva, con optimismo inteligente, las situaciones adversas, para dotarlas de sentido, para vivirlas más como retos y desafíos que como amenazas o fracasos irreparables, para enfrentarlas o esquivarlas, o para reducir su nivel de impacto psicológico”. El optimismo, combinado con la pasión, el entusiasmo, la vitalidad, la valentía, la esperanza, la persistencia y la confianza es capaz de cambiar nuestras vidas y hacernos más felices. 

En este sentido, en el momento actual disponemos de todo un cúmulo de evidencias científicas que ponen de manifiesto que las personas que afrontan con un talante optimista diferentes patologías, tales como el cáncer, la insuficiencia renal, la esclerosis múltiple, el infarto, la hipertensión arterial, el asma…, tienen mayores posibilidades de alargar su vida que aquellas otras que se dejan arrastrar por el pesimismo. Sabemos, igualmente, que el optimismo nos protege contra la depresión, una enfermedad capaz de arruinar la vida; que quien se enfrenta con esperanza a una situación difícil es más fácil que encuentre una salida; que los optimistas son más perseverantes, y que desafían con más decisión y entereza los problemas; que tienen buen humor, mejor salud y más éxito en la vida; que tienden a convertir las crisis en oportunidades, saliendo así fortalecidos de las situaciones traumáticas o estresantes; o que el rendimiento académico está más conectado con una actitud positiva y optimista ante la vida, que con el cociente intelectual de los estudiantes… 


4.- Optimismo y educación

Una revista como la nuestra, centrada en el mundo de la educación, no puede desaprovechar la oportunidad que le brinda la presente monografía para tomar postura a favor del optimismo pedagógico. Dice Miguel Ángel Santos Guerra, en su “Invitación al optimismo” (Cuadernos de Pedagogía, 2004), que las sementeras de la educación son inevitables, aunque a veces se produzcan a largo plazo. Millones de profesionales de la educación han trabajado en las aulas a lo largo de la historia, iluminando el pensamiento, transmitiendo los saberes, instando a la búsqueda de nuevos conocimientos, promoviendo el aprendizaje de la convivencia. Por otra parte, sin optimismo, la tarea educativa perdería su sentido más hondo, porque es imposible que pueda educar alguien que ha perdido la confianza en sí mismo y en el ser humano con el que trabaja. Además, los niños y jóvenes tienen una vitalidad extraordinaria. Hacen proyectos y tienen toda la vida por delante. Trabajar con ellos es una invitación a la esperanza. ¿Por qué no alejarnos, entonces, del discurso del dramatismo, la desolación y la impotencia? Somos conscientes de los problemas que acechan al sistema educativo, pero, justamente por ello, nosotros proponemos aquí que, frente a la cultura del pesimismo y la queja, llevemos a las aulas el aprendizaje del optimismo y del resto de las fortalezas humanas, para poner toda esa riqueza al servicio de la construcción de un mundo más justo, pacífico y solidario.


5.- Estructura de la monografía

No queremos finalizar la presentación de este nuevo número (66, 23.3) de la Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado, sin hacer una breve referencia tanto a los autores y autoras que participan en el mismo, como a los artículos que lo conforman. En ellos se nos muestran diferentes vertientes del poder del optimismo, cuyos beneficios en numerosos ámbitos de la vida están hoy avalados por la investigación científica, que cada vez encuentra más evidencias empíricas al respecto. Todos estos trabajos nos ofrecen, al mismo tiempo, una excelente oportunidad para tomar postura a favor de una pedagogía de la esperanza, capaz de generar importantes avances educativos, sociales y de crecimiento personal.

En primer lugar, dejamos constancia de los autores y autoras que han colaborado en su elaboración, que son los siguientes: Gonzalo Hervás (Universidad Complutense de Madrid), Alejandro Castro Solano (Universidad de Palermo, Argentina), María Dolores Avia (Universidad Complutense de Madrid), Pablo Fernández-Berrocal (Universidad de Málaga), Natalio Extremera (Universidad de Málaga), Pedro Hernández-Guanir (Universidad de la Laguna), Santos Orejudo Hérnandez (Universidad de Zaragoza), Rosario Del Rey (Universidad de Córdoba), Rosario Ortega (Universidad de Córdoba), Irene Feria (Universidad de Córdoba), Erica Rosenfeld Halverson (University Wisconsin-Madison), Eduardo Jáuregui Narváez (Saint Louis University, Campus de Madrid), Jesús Damián Fernández Solís (Ayuntamiento de Alcobendas), José Emilio Palomero Pescador (Universidad de Zaragoza), María Pilar Teruel Melero (Universidad de Zaragoza) y María Rosario Fernández Domínguez (Universidad de Zaragoza).


Por otra parte, los artículos que componen la presente monografía son los siguientes: 


1) “Psicología positiva y optimismo pedagógico” (Editorial).

2) “El poder del optimismo” (José Emilio Palomero Pescador, María Pilar Teruel Melero y María Rosario Fernández Domínguez).

3) “Psicología positiva: Una introducción” (Gonzalo Hervás).

4) “El bienestar psicológico: Cuatro décadas de progreso” (Alejandro Castro Solano).

5) “Nueva mirada al optimismo inteligente” (María Dolores Avia Aranda).

6) “La inteligencia emocional y el estudio de la felicidad” (Pablo Fernández-Berrocal y Natalio Extremera).

7) “¿Qué moldes mentales conforman un optimismo inteligente?” (Pedro Hernández-Guanir).

8) “Una mirada evolutiva al optimismo en la edad escolar. Algunas reflexiones para padres, educadores e investigadores” (Santos Orejudo y María Pilar Teruel Melero).

9) “Convivencia escolar: fortaleza de la comunidad educativa y protección ante la conflictividad escolar” (Rosario Del Rey, Rosario Ortega e Irene Feria).

10) “Los procesos de producción artística como espacios para el desarrollo positivo de los jóvenes” (Erica Rosenfeld Halverson).

11) “Risa y aprendizaje: el papel del humor en la labor docente” (Eduardo Jáuregui Narváez y Jesús Damián Fernández Solís).

12) “A propósito del optimismo” (María Pilar Teruel Melero).

13) “Construyendo nuestra felicidad para ayudar a construirla” (María Rosario Fernández Domínguez). 


Finalmente, publicamos también el resumen de dos tesis doctorales conectadas con la creación de entornos positivos para el aprendizaje:

1) “Dialogig Management in adult education: a case study in Spain” (2007), de Itxaso Tellado Ruiz de Gauna. Tesis doctoral defendida en la “Northern Illinois University”.

2) “Exploring multimodality, literacy and learning with young adult fiction” (2009), de Melissa Schieble. Tesis doctoral defendida en la “University of Wisconsin-Madison”. 


Quienes coordinamos esta monografía hemos puesto ilusión en un trabajo que nos resulta apasionante. Queremos mostrar, por otra parte, nuestro agradecimiento a todas las personas que han colaborado en hacer posible que el lector tenga hoy en sus manos este nuevo número de la Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado, porque sin el apoyo de todos ellos jamás habríamos llegado a la meta.

Firmado en Zaragoza, a 5 de agosto de 2009



RESUMEN

En este artículo se aborda el optimismo desde una perspectiva descriptiva, partiendo de las diferentes visiones y miradas que nos ofrecen cuatro ensayos sobre el tema, todos ellos interesantes: “Optimism”, de Hellen Keller (1903), un libro de carácter autobiográfico en el que la autora, sorda, ciega y muda, nos muestra su pasión por la vida; “Candide, ou l'Optimisme” (1759), una fábula irónica en la que Voltaire se burla del optimismo ingenuo; “El optimismo inteligente” (1998), un ensayo en el que M.ª Dolores Avia y Carmelo Vázquez tratan de acotar el espacio semántico del término optimismo; e “Invitación al optimismo” (2004), de Miguel Ángel Santos Guerra, un canto esperanzado al poder de la educación. Por último, se hace una breve referencia a los artículos que componen el conjunto de la presente monografía.

PALABRAS CLAVE

Psicología positiva, Optimismo inteligente, Optimismo pedagógico


ABSTRACT

This article deals with optimism from a descriptive point of view, focusing on the different views offered by four interesting essays: Optimism by Hellen Keller (1903), an autobiographical book in which the author, deaf, blind and dumb, shows her passion for life; “Candide, ou l’Óptimisme” (1979) an ironic fable in which Voltaire jests at naive optimism; El optimismo inteligente (1998), an essay in which María Dolores Avia and Carmelo Vázquez seek to delimit the semantics of the term optimism; and Invitación al optimismo (2004) by Miguel Ángel Santos Guerra, a hopeful hymn to the power of optimism. Finally, we briefly introduce the articles in this special issue. 

KEYWORDS

Positive psychology, Intelligent optimism, Pedagogical optimism

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