Profe 10. Mejorar la formación del profesor es básico para modernizar la enseñanza




10.11.2010 MADRID, Rosario Fernández.

La escuela del siglo XXI exige una profunda reforma de una de las partes clave del proceso educativo: el profresor. Los expertos proponen elevar el nivel de exigencia para acceder al magisterio.


La sociedad de la información actual ha impuesto una nueva forma de vida que requiere cambios en los procesos de aprendizaje. La escuela del siglo XXI ha de ser capaz de dar respuesta a estas necesidades y enseñar a los alumnos a interpretar y a seguir aprendiendo no sólo durante su etapa educativa, sino el resto de sus vidas.

“La información es una parte del conocimiento, pero no lo es todo; que los alumnos memoricen datos, como ocurre hoy en día, no significa que los entiendan. Es necesario crear esquemas mentales que les permitan seleccionar aquello que de verdad importa”, destaca Ángel Pérez, director del Departamento de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Málaga. Una opinión que también comparte el catedrático de la Universidad de Murcia Juan Manuel Escudero, quien asegura que “los profesionales de la docencia han de diseñar y desarrollar entornos y contextos de enseñanza en los que los alumnos tengan experiencias y adquieran conocimientos y capacidades, con derechos y deberes”. Estas necesidades requieren también de un nuevo tipo de docentes “que no han sido educados en las escuelas de magisterio para desarrollar estas competencias”, añade Pérez.

Todas estas nuevas exigencias impuestas por la sociedad de la información a las que el profesorado ha de adaptarse y hacer frente se debaten estos días en el Congreso Internacional Reinventar la profesión docente, que tiene lugar en la Universidad de Málaga y en el que participan expertos del mundo de la Educación anglosajones y europeos.

Ejemplos a seguir

España ha de aprender y seguir los pasos de países en los que estas cuestiones están más desarrolladas, como los nórdicos Finlandia y Noruega, y también en los asiáticos Japón, Singapur o Corea. Nuestro estado debe dejar de infravalorar carreras como Magisterio o Pedagogía y seguir ejemplos como el finlandés. Así, en Helsinki, sólo los cien mejores expedientes de un total de 1.500 aspirantes acceden a la carrera de Pedagogía. “Aquí nadie selecciona nada porque no hay conciencia de la importancia de la educación para el desarrollo económico, político o social”, destaca Pérez, quien añade: “Tenemos que empezar a seleccionar y cambiar las metodologías empleadas. Hay que formar desde la práctica para la práctica”.

A este punto, Escudero añade que el actual sistema de selección del profesorado, el de la oposición, “es insuficiente porque en sólo un examen es difícil saber si la persona cuenta con aptitudes y conocimientos para desempeñar su labor docente. Es un sistema mejorable, pero que no está en la agenda de los cambios previstos”.

La escuela decimonónica ha cumplido su función y ha creado igualdad, pero la escuela de hoy en día requiere calidad. La enseñanza ha de innovar y pasar de la homogenidad a la personalización. Para ello, según Pérez, “es necesario aportar recursos materiales y humanos que dignifiquen la profesión y que hagan ver a la sociedad que la política educativa va en serio”.

La implicación y participación activa del profesorado en el centro educativo, además de la interrelación con otros agentes, como el resto de docentes y las propias familias han de vertebrar la profesión, según Escudero, quien añade un último punto: la necesidad de que este profesional sea evaluado y se siga formando de por vida.


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