La psicomotricidad como eje del desarrollo infantil (José Emilio Palomero)


El término psicomotricidad hace referencia a la indisoluble vinculación entre cuerpo, movimiento, emoción y actividad cognitiva, desempeñando un papel fundamental en el desarrollo integral y armónico de la personalidad humana. De ahí la importancia de los programas de educación, prevención e intervención psicomotriz, que implican un abordaje de la persona desde el movimiento y la mediación corporal.

En línea con lo anterior destaca, en primer lugar, la importancia de la educación corporal, puesto que el cuerpo juega un papel fundamental en toda vida humana. En efecto, él es el vehículo de nuestra presencia en el mundo; el lugar desde el que vivimos la afectividad, la emoción y el deseo; el soporte de nuestra sexualidad; el habitáculo de nuestros monstruos y fantasmas inconscientes; la herramienta que hace posible el pensamiento y el lenguaje, que nos permite medir y calibrar, orientarnos en el espacio y el tiempo, procesar la información, construir teorías explicativas de la realidad. El cuerpo es, también, el instrumento que hace posible la comunicación y el diálogo entre los seres humanos; el mediador instrumental de cualquier actividad o relación humana; la herramienta que posibilita nuestra adaptación al mundo y, en definitiva, el eje central sobre el que pivota la construcción de nuestra personalidad.

En segundo lugar, motricidad y psiquismo son las dos caras de una misma moneda. Por una parte, existe un enorme paralelismo entre los aspectos motores y psicológicos del desarrollo, al menos mientras dura el proceso de construcción del esquema corporal. Así, el ser humano se construye a sí mismo a partir del movimiento y la acción, dentro de un contexto de emociones, afectos, relaciones y comunicación, que mediatizan su adaptación al medio. Por otro lado, la psicomotricidad, en tanto que técnica, actúa sobre las capacidades psíquicas (emocionales, relacionales, cognitivas, lingüísticas, sensoriomotrices, creativas, expresivas…) de los individuos, a través del trabajo y la mediación corporal, cuya función principal es la de estimular, modificar o reinstaurar tales capacidades.

En este sentido, la relación que entabla un ser humano con otro es básica y primariamente corporal, y se establece en torno al diálogo tónico-emocional. De ahí que la psicomotricidad conlleve la exigencia de un modo particular de relación, de una actitud de disponibilidad corporal, capaz de posibilitar que el individuo exprese mediante sus actos, y en el contexto de una dinámica relacional, sus dificultades, sus temores, sus emociones, sus deseos… Y de ahí, también, la importancia de una buena educación psicomotriz, imprescindible para formar seres humanos armónicos; capaces de coordinar, controlar y expresar su motricidad voluntaria; con un buen dominio de la función tónica y del control emocional; y de la postura, el equilibrio, la lateralidad y el esquema corporal; y de la organización espacio-temporal y rítmica; y de la grafomotricidad; y de las praxias y la relación con los objetos; y de la comunicación tónica, postural, gestual y verbal. Razones todas ellas que sitúan el hecho psicomotor en el epicentro del desarrollo infantil y que avalan la importancia de la psicomotricidad como instrumento no sólo de educación y reeducación, sino también de rehabilitación y terapia.

Sin lugar a dudas, la psicomotricidad aparece ligada al papel de la infancia en las sociedades actuales y a la consideración de la actividad del niño y la niña como fuente esencial de sus aprendizajes. Y también a la superación del déficit, al contribuir a paliar las dificultades evolutivas de niños, adolescentes y adultos; y aunque su historia como disciplina es muy reciente, cabe resaltar que vive hoy un momento de despegue y crecimiento. Se publican libros, se escriben artículos y se crean páginas web de psicomotricidad. Se establecen nuevos contactos y se crean o consolidan asociaciones, federaciones y redes internacionales de psicomotricidad con empuje y adecuada estructura organizativa: la «Federación de Asociaciones de Psicomotricistas del Estado Español» en España; el «Forum Europeo de Psicomotricidad» en Europa; la «Red Fortaleza de Psicomotricidad» en Hispanoamérica…

Se reúnen expertos en jornadas, convenciones y congresos en diferentes lugares del planeta: Amsterdam, Guanajuato, Montevideo, Andorra (Teruel), Verona, Barcelona, Estrasburgo, Marburg, Punta del Este, Madrid, Cartagena, Lisboa… Se presentan y llevan a cabo proyectos de investigación en esta materia. Se leen tesis doctorales. Aparecen revistas y publicaciones especializadas en psicomotricidad, así como foros en los que se debate sobre su objeto, especificidad y límites.

Se organizan cursos de especialización en la materia de la mano de diferentes entidades. Emergen titulaciones universitarias en psicomotricidad en diferentes países, como Francia, Holanda, Uruguay, Argentina… En el caso de España, numerosas universidades han creado títulos propios en esta materia, observándose tímidos intentos de crear titulaciones oficiales de postgrado en el contexto de la convergencia universitaria europea. Y se siguen aplicando, aquí y allá, en la escuela y fuera de ella, prácticas con las señas de identidad de la psicomotricidad.

¿A qué se debe este florecimiento de la psicomotricidad? Como ya hemos señalado en otro momento, dos hechos importantes han contribuido a que se profundice en el análisis teórico y a que se multipliquen las aplicaciones prácticas.

En primer lugar, la relevancia del papel del cuerpo, vehículo de nuestra presencia en el mundo, para ayudar a entender al individuo en su globalidad. La psicomotricidad está profundamente imbricada con la construcción del conocimiento por parte del ser humano y con el desarrollo de su inteligencia, pensamiento, afectividad y personalidad.

En segundo lugar, la importancia concedida desde diferentes disciplinas científicas al análisis de los fenómenos afectivos y, concretamente, al papel que juega la emoción, piedra angular sobre la que se ha construido todo el edificio de la psicomotricidad, en el comportamiento del ser humano.

En este contexto, se observa una demanda creciente de formación en esta disciplina por parte de estudiantes y profesionales que, desde distintos ámbitos y procedencias profesionales, se interesan por ella: Maestros de educación infantil, educación primaria, educación especial, educación física, audición y lenguaje, educación musical…, psicólogos, pedagogos, psicopedagogos, educadores sociales, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, trabajadores 
sociales…, quieren formarse en esta materia.


1 comentarios:

Anónimo dijo...

muy bueno...

Publicar un comentario