La Inteligencia Emocional y el estudio de la felicidad (Pablo Fernández Berrocal y Natalio Extremera - Universidad de Málaga)



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La Inteligencia Emocional y el estudio de la felicidad
Pablo Fernández Berrocal y Natalio Extremera

"Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 66 (23,3) (2009), 85-108."

"La felicidad no es un premio que se otorga a la virtud, sino que  es la virtud misma, y no gozamos de ella porque reprimamos nuestras  pasiones, sino que, al contrario, podemos reprimir nuestras pasiones porque gozamos de ella" (Spinoza, Ética).


¿Qué es la felicidad?

El intento de responder a esta pregunta puede parecer pretencioso y es natural que el lector lo piense, porque incluso al que formula la pregunta le tiembla la mano mientras lo escribe. Desde el inicio de la civilización hasta nuestros más ilustres filósofos y pensadores se han propuesto cientos de respuestas que no han podido cerrar ni el debate ni la reflexión tanto personal como colectiva sobre esta cuestión.

Por otra parte, algunos autores consideran que la felicidad es un constructo tan escurridizo que su estudio siempre quedará vetado para la ciencia. Si observamos  la  definición del termino "felicidad" en el Diccionario de la Lengua Española, su primera acepción es: "estado de grata satisfacción espiritual y física". Un significado que recoge la forma mayoritaria y tradicional de entender la felicidad en nuestra cultura y que la convierte en un estado ideal y, por ello, imposible de alcanzar. 

Curiosamente, con esta definición nadie podría definirse como una persona feliz y sólo podríamos describir nuestra felicidad en términos retrospectivos ("fui feliz en la primavera del "98") o presentes ("estoy feliz ahora" o "hoy soy feliz").

La realidad es bien diferente y la mayoría de las personas se considera feliz. Por ejemplo, los resultados del estudio coordinado por el profesor Federico Javaloy para el INJUVE sobre el bienestar y la felicidad de la juventud española (JAVALOY, 2007) son claros: "Los jóvenes españoles se sienten felices" (p. 71). En concreto, sus respuestas se sitúan en una puntuación de 7,4 en una escala de felicidad de 1 a 10.

Los investigadores sobre Psicología Positiva han consensuado que para una definición operativa del concepto de felicidad necesitamos de tres componentes claves (DIENER, SUH, LUCAS y SMITH, 1999):

- Experiencias de afecto positivo frecuentes (e.g., alegría, placer, amor).

- Experiencias de afecto negativo infrecuentes (e.g., tristeza, ansiedad, dolor).

- Altos niveles de satisfacción vital, entendido como la evaluación cognitiva global de cómo valora su vida una persona.

Es decir, una persona feliz sería aquella con muchas experiencias positivas y pocas negativas, y que se percibe globalmente satisfecha con su vida. No obstante, como los especialistas en bienestar señalan, no existe un indicador objetivo de felicidad, sino que se trata de un estado subjetivo del individuo que se obtiene directamente de su auto-informe (ver LYUBOMIRRSKY, 2008).

Pero, ¿sirve para algo ser feliz? Diferentes revisiones empíricas sobre el tema han mostrado que las personas felices son más sanas física y psicológicamente, afrontan mejor el estrés e, incluso, viven más tiempo. En el ámbito social, las personas felices tienen más amigos, están más satisfechos con sus relaciones sociales, son más cooperativos y están dispuestos a ayudar a otras personas, y además tienen menos probabilidades de divorciarse.

¿Es posible aprender a ser feliz?

La investigadora Sonja Lyubomirsky ha resaltado en diferentes publicaciones que la idea de aprender a ser feliz no ha tenido argumentos científicos sólidos hasta el siglo XXI … (Pulsar aquí para seguir leyendo este artículo...).


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