La ficha de demandas como instrumento de acercamiento entre la Universidad y el Tercer Sector (Alejandro Navas Villar y Blanca Galván Vega)







"La universidad constituye un espacio de privilegio para colaborar en la eclosión de otros mundos posibles, centrados en la promoción directa de bien común. En su lugar, se encuentra sumergida en procesos que la desnaturalizan y en tal grado contraproducentes, que puede ser concebida como la Universidad Absurda. En paralelo, los movimientos sociales surgen mucho más cercanos del anhelo de bien común, con una densa experiencia de acción. La confluencia de universidad y movimientos sociales pueden abrir una puerta a la esperanza de un engendro mixto, potente y decididamente orientado al mundo mejor necesario" (Vicente Manzano-Arrondo y Azril Bacal Roij).

En este post se ofrece una primera versión, en formato blog, del artículo titulado "La ficha de demandas como instrumento de acercamiento entre la Universidad y el Tercer Sector" correspondiente al número 80 (28.2) Agosto 2014, de la Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado. Sus autores son Alejandro Navas Villar y Blanca Galván Vega


La ficha de demandas como instrumento de acercamiento entre la Universidad y el Tercer Sector

The demands card as a means of rapprochement between the University and the Third Sector


Alejandro Navas Villar
Blanca Galván Vega

Resumen

El modelo de universidad actual tiende a independizarse del tercer sector. Mientras ambas poseen recursos que pueden beneficiar al otro. La ficha de demandas es un documento que nace en la Universidad de Sevilla como respuesta a esta situación, y facilita la petición de recursos del tercer sector.

La ficha se puso en práctica en varias organizaciones del tercer sector de Sevilla, Cádiz, Barcelona y Navarra, cuyas demandas de recursos se convierten en datos que recopilamos y analizamos en el presente artículo. De forma complementaria, consideramos también propuestas de acercamiento entre Universidad-Calle desprendidas de los debates del Congreso La Universidad Comprometida celebrado en Sevilla.

Este texto aporta información sobre la situación del tercer sector,  permitiendo la optimización de la ficha de demandas, y fundamentando otras propuestas de colaboración y cambio en la dinámica universitaria. La construcción de una universidad al servicio del bien común es el telón de fondo de este trabajo.

Abstract

The model of current university tends to become free of the third sector. While both possess resources that can benefit each one. The Demands Card is a document created by the Seville's University as response to this situation, and facilitates the request of resources of the third sector.

The card was used in several organizations of the third sector of Seville, Cadiz, Barcelona and Navarre, which resources demands turn into information that we compile and analyze in the present article. Of complementary form, we consider also offers of approximation between University - Street extracted of the Congress The Awkward University's debates celebrated in Seville.

This text provides information about the status of the third sector, enabling the optimization of the demands card, and other proposal based on collaborative and dynamic changes in the university. Building a university to serve common goal is the backdrop for this work.

Palabras clave:
Tercer sector, Movimientos sociales, Universidad, Ficha de demandas, Investigación-acción participativa

Keywords: 
Third sector, Social movements, University, Demands card, Participative action-research


Introducción

Una experiencia de trabajo tan pedagógica como fue el proyecto UNIR-UNALM, en que se desarrolló el trabajo conjunto entre estudiantes de la Universidad Nacional Agraria La Molina de Perú y agricultores, desató la siguiente conclusión en su coordinadora: “permite el desarrollo de interaprendizaje entre docentes/alumnos de diferentes disciplinas y la población. En muchos casos viven la interculturalidad, al incorporarse a grupos étnicos diferentes y crean estrategias adecuadas de comunicación. Aprenden a investigar, a validar teorías, a preguntarse y reflexionar frente a hechos y o preguntas que se les hace. Desarrollan la creatividad, nuevas iniciativas para resolver problemas cotidianos con la gente. Comparten los conocimientos que adquieren en la universidad con la población... Esta interacción los motiva al estudio. Deben responder a las expectativas que la población, sobre todo rural, va teniendo de ellos” (Castrillo, 2012, 11-12).

Son muchas las experiencias que muestran cómo la universidad puede dar mucho a la sociedad en general, y en especial a los grupos más desfavorecidos, como colectivos dependientes, marginales o en riesgo de exclusión. Entre otras aportaciones, posee gran cantidad de recursos que podrían ser aprovechados por organizaciones y movimientos directamente implicados en la mejora del bien común. Espacios y aulas, profesionales de diferentes áreas de conocimiento, prestigio institucional, posibilidades de financiación, etc. son a veces primordiales para el éxito y la continuidad de estos grupos. No obstante, estas experiencias de cooperación entran solo anecdóticamente dentro de la dinámica de funcionamiento de la universidad y de los propios movimientos sociales.

Una de las causas de esta situación es la falta de enlaces entre la universidad y el tercer sector. Entre otros motivos, esta brecha podría deberse a que ambas partes actúan en dimensiones operativas y conceptuales diferentes. El objetivo de este documento es proporcionar información y nuevas alternativas útiles para el acercamiento mutuo de ambos lados.

En primer lugar establecemos un marco teórico que fundamenta la importancia de esa relación. El apartado ficha de demandas da a conocer las características de esta herramienta, que permite concretar qué puede hacer la universidad por los movimientos sociales. En el apartado Congreso Universidad Comprometida expondremos las dificultades y posibles soluciones que percibieron miembros de la universidad y del tercer sector en uno de los talleres y que afectan a la ficha. En los resultados se recopilarán y analizarán las demandas extraídas de las fichas puestas en práctica. Y finalizaremos, en las conclusiones, reflexionando de forma propositiva sobre la información expuesta.

Marco teórico

Nos proponemos aportar en este trabajo información sobre experiencias previas entre tercer sector y universidad que aclaran necesidades de movimientos sociales y vías para concretar la satisfacción de sus demandas. El enfoque, siguiendo a Pantera Rosa (2004), es realizar la investigación desde y no sobre los movimientos sociales.

Partimos de la base de que la desconexión de la universidad con las necesidades sociales tiene una de sus raíces en las prioridades de esta institución. No se centra en poner el conocimiento al servicio de la sociedad, sino que prioriza el conocimiento como mercancía, dejando de lado las políticas sociales y la relación con el tercer sector. Hablamos de que la universidad se está mercantilizando.

La mercantilización es el proceso mediante el cual se construye la identidad primaria a partir de la función de consumo. Por esto “los medios suprimen cualquier posibilidad de una esfera pública crítica y transgresora, impulsando la existencia individual a una lucha banal de todos contra todos por la siempre insatisfecha consumición compulsiva de lo irreal” (Vidal, 2005, 23). Pensamos que este proceso dentro de la universidad producirá una apropiación de la información, y una economía que según la UNESCO (2005) da prioridad a conocimientos científicos y técnicos, debilitando los dedicados a la solución de problemas prácticos, locales o autóctonos.

Así, la universidad como institución se aleja progresivamente de su función social y de las organizaciones del tercer sector, concepto que utilizamos para referirnos a las “formas organizativas que surgen de la sociedad, cuyos discursos y prácticas se caracterizan por la promoción de la cooperación social y el trabajo voluntario, bajo lógicas altruistas y solidarias" (Rodríguez, 2005, 465), constituyendo, según el mismo autor, una tercera esfera de organización detrás del mercado y el Estado. Los movimientos sociales que nutren el tercer sector, también se mantienen ajenos a la institución universitaria, en parte por recelo de las ciencias que ayudan a la explotación y al mando, apropiándose de los saberes menores (Malo, 2004) y especialmente, por desconfianza hacia las ciencias sociales, consideradas impulsoras de “saberes adecuados para la reestructuración productiva y para la reproducción del poder de mando capitalista” (Conti, 2004, 58).

Esta situación se agrava desde el modo habitual de trabajo académico que, según Greenwood (2012), se basa en la fuerte compartimentación de especialidades, en la publicación rápida de trabajos y en la desconexión con las dimensiones no académicas, disminuyendo los trabajos colaborativos.

A pesar de estas barreras, la relación entre la universidad y los movimientos sociales se establece, cuando menos, por la doble condición de sus individuos, es decir, por la militancia social de miembros de la universidad y la relación universitaria de activistas. De  esta manera, muchas veces los activistas son o han sido universitarios y los universitarios son o han sido activistas, compartiendo intereses y practicando la reconciliación de las diferencias que implica la cooperación entre dos partes (Watts, Griffith y Abdul-Adil, 1999).

Además de la doble condición, existen modelos vivos de relación entre universidad y movimientos sociales que cuentan con una nutrida experiencia. Ocurre así con el enfoque de la investigación-acción participativa (IAP), poco apoyado por los organismos de financiación (Thiollent, 2012), pero plenamente instalado en la transformación social a partir de la relación horizontal entre activistas y especialistas de la investigación o de la educación (Balcázar, 2003). En la IAP no se realizan estudios sobre los miembros de una comunidad, sino que estos miembros forman parte de la asociación de investigadores constituida para identificar las cuestiones de importancia, las formas de desarrollar el estudio e interpretar los resultados (Smith, Bratini, Chambers, Jensen y Romero, 2010). En la IAP se trabaja bajo la premisa de que todos los actores ¬–participantes e investigadores- poseen conocimiento y capacidad de acción para contribuir al análisis y solución de los problemas esenciales (Greenwood, 2012). Un ejemplo de experiencia práctica en esta línea y especialmente pertinente en este artículo es el Barómetro Ciudadano, una encuesta periódica en cuyos objetivos participan miembros de la universidad y de organizaciones del tercer sector, siguiendo un proceso de investigación-acción participativa (Manzano Arrondo, 2014).

La importancia de estas metodologías participativas para el acercamiento de universidad al tercer sector se basa, además de la propia participación, en los beneficios que proporciona el diálogo como medio de comunicación. Según Montero (2009), el diálogo se construye como una comunicación horizontal y se expresa en discusiones, opiniones, debates y reflexiones. Puede establecerse entre investigadores y la propia gente, en un lenguaje común y cercano. Además de proporcionar información cualitativa directa de la fuente y rica en matices, es una prueba de horizontalidad que podría ayudar a erradicar el elitismo que pueden percibir los movimientos sociales hacia la universidad.

Otra de las estrategias que sustentan las prácticas que creemos que deben potenciarse entre universidad y movimientos sociales es el modelo de Aprendizaje-Servicio (ApS). Si bien hemos considerado la IAP como el proceso más adecuado para el acercamiento universidad-calle en la función investigadora, el AS lo es para la función educativa de la universidad, si bien autores como Kalliola (2009) defienden la IAP con un fuerte componente educativo o de aprendizaje.

El ApS se trata de un método que compagina la enseñanza y la consecución de logros académicos, con la construcción de ciudadanía (Coles, 2009). Según este mismo autor, tres características esenciales definen el ApS: 1) la planificación de objetivos y logros de aprendizaje;  2) el servicio comunitario como asunto de aprendizaje e 3) incitar a la reflexión conjunta de los estudiantes sobre las actividades realizadas. Son muchos los beneficios probados que este proceso aporta, desde la reducción de estereotipos raciales y culturales o el desarrollo moral y crítico, hasta mejoras en la autoeficacia y el rendimiento académico.

Las prácticas IAP, el ApS y cualesquiera estrategias de colaboración entre universidad y tercer sector, podrían verse beneficiadas si se contara con un listado organizado de necesidades sociales establecido principalmente por los propios movimientos sociales. Este es el objetivo de la ficha de demandas, cuya descripción se aborda en el siguiente apartado.

La ficha de demandas y el congreso La Universidad Comprometida

1. Ficha de demandas

En este apartado abordamos tanto el origen de la ficha de demandas como su función y estructura. La explicación la llevaremos a cabo a través de la propia ficha, de nuestra experiencia con ella y de las palabras de su creador, Vicente Manzano-Arrondo: “Lo que iba viendo es que la Universidad tiene muchos recursos y los desperdicia; o peor, los utilizan en un frente que hace más daño que beneficio. Y por otro lado que los movimientos sociales trabajan con mucha fuerza, con poco rendimiento y que les vendría muy bien los recursos de la universidad. Pero los movimientos sociales tienen agendas, ritmos, vocabulario y motivaciones diferentes a los que tiene la universidad, con lo cual es como dos dimensiones que hablan dos idiomas. ¿Y cómo intentar tender puentes?”

La ficha de demandas es un documento mediante el que las organizaciones del tercer sector pueden solicitar recursos de diferente naturaleza. Recursos que quizá no puedan obtener por otras vías y que la universidad pueda proporcionar. El fin es tanto mejorar las relaciones entre universidad y tercer sector como facilitar la continuidad y el éxito en la consecución de los objetivos del movimiento.

Este tipo de iniciativas ayudan a salvar la brecha que existe entre los movimientos sociales y la actividad universitaria; una brecha formada por el desconocimiento mutuo, las diferentes perspectivas y la historia de separación de ambas partes, así como el profundo desconocimiento por parte de cada lado para entender al otro.

La ficha de demandas se estructura como un cuestionario que debe completar el representante de la asociación, organización, etc. del tercer sector. Para facilitar sus respuestas, la ficha incluye un listado de recursos de los que dispone la universidad. La necesidad de añadir este listado surge cuando la práctica muestra que los representantes encuestados no saben qué pedir a la universidad.

En el objetivo de la ficha se deja clara la intención de construir bien común, algo esencial para visibilizar la convergencia de caminos. La ficha en sí consta de un cuestionario con seis apartados, a rellenar con el nombre del colectivo, el nombre de la persona que responde y cómo contactar con ella o con la organización. En la descripción de la demanda se debe incluir qué se demanda, para qué, dónde y cuándo, pudiendo especificar el tipo de recurso que se solicita. Por último, se recogen posibles experiencias previas del solicitante con la universidad y enlaces o información de interés.

Los recursos disponibles en el listado están organizados en espaciales –aulas, seminarios, salón de actos…–; económicos –sujeto a la presentación de proyectos conjuntos con miembros de la universidad–; y humanos, donde puede requerirse tanto a profesores para asesoramiento en su especialidad, diseño de proyectos, representación o divulgación; como a miembros de la comunidad universitaria para voluntariado, organización de proyectos o tareas informativas (ver modelo en Anexo 1).

Conociendo la falta de implicación social de la universidad –a pesar de la enorme cantidad de recursos– y las frecuentes dificultades del tercer sector para alcanzar sus objetivos,  la ficha de demanda surge como sugerencia de enlace entre ambas partes. Con las fichas de demandas la universidad tiende una mano al tercer sector, no como un apoyo puntual, sino para comprometerse y elaborar proyectos comunes.

2. Congreso La Universidad Comprometida

Íntimamente relacionado con la promoción de las fichas de demandas se encuentra el Congreso La Universidad Comprometida: Visiones de Universidad al servicio del Bien Común. Tuvo lugar los días 14 y 15 de marzo del 2014 en la Facultad de Psicología de la Universidad de Sevilla y en el Centro Social Ocupado y Autogestionado “La Sin Nombre” del barrio de San Bernardo; y co-organizado por CIADO (Comunidad de Investigación, Acción y Desarrollo para superar la Opresión), junto con activistas sociales y miembros de diversas universidades del territorio español. El congreso consistió principalmente en exposiciones de experiencias universidad-calle, contribuciones científicas y espacios de trabajo en los que se presentaron ideas y proyectos para llegar a propuestas concretas de colaboración. Además de estos formatos, se habilitó espacio y tiempo para abordar las demandas de los movimientos sociales a partir de la información recogida en fichas de demandas.

Para abordar esta información, los asistentes al congreso se repartieron en dos grupos de trabajo: enfoque universidad y enfoque tercer sector. Las conclusiones de este espacio se organizaron en dos frentes: dificultades y soluciones de esencia y dificultades y soluciones operativas.

Como dificultades de esencia –relacionadas con perspectivas, motivaciones, confianza, diferencias…– se encontró que la universidad no encuentra necesario vincularse con el tercer sector, y que su papel jerárquico y unidireccional en la producción del conocimiento científico le aleja también de los movimientos sociales; la dinámica propia de la universidad y la naturaleza de los trabajos que se valoran caracterizan la separación.  Entre las propuestas para superar estas dificultadas se propone la creación de movimientos sociales desde la universidad, trabajando el compromiso y la sensibilización hacia problemas sociales; la apertura de la actividad académica universitaria –docencia e investigación¬– a los movimientos y la inclusión de la representación del tercer sector en los órganos de gobierno de la universidad también aparecieron como soluciones. Desde el tercer sector, se reconoce que hay una ruptura intelectual con la universidad y profunda desconfianza, provocada en parte por su reputación elitista y afín al sistema opresor. También se percibe indiferencia de la universidad hacia las necesidades sociales y las acciones políticas, base de los principios del tercer sector. Entre las soluciones propuestas se encuentra la creación de metas comunes y construcción conjunta de espacios de encuentro, así como el trabajo de una identidad mixta en ambos lados que no marque diferencias y favorezca la confianza.

Respecto a las dificultades operativas –referentes a la logística, instrumentos de recogida de necesidades, comunicación…– se coincidió en que el modelo universitario no se ajusta a los ritmos, evolución y necesidades de la calle, y que la burocratización interna impide adaptarse a todos estos cambios. Se consideró necesaria la creación de metodologías y espacios que logren casar ambas partes, más comunicación y momentos de reunión con el tercer sector –quienes asumen falta de continuidad en los modos de hacer–, pero manteniendo también algo de distanciamiento para continuar la labor universitaria. Clarificar conceptos como qué es el voluntariado, y asimilar que el rol de los profesores es lograr la participación de los alumnos en los proyectos, también se tuvo en cuenta por parte de los miembros de la universidad. Como soluciones se propuso el uso de modelos operativos, prácticos y enfocados a problemas concretos, así como visibilizar y continuar las experiencias que ya se estaban llevando a cabo. A la hora de evaluar las acciones, se considera fundamental un buen grado de autocrítica, pero comunicando y divulgando los éxitos. De forma más concreta, se propone la creación de un banco de recursos para facilitar el intercambio, la explicitación de reglas y la revisión de los procesos que se lleven a cabo. También se considera necesaria la colaboración estable en el tiempo, intercambiando saberes e incorporando factores cotidianos. Respecto a los cambios  específicos que se podrían llevar a cabo en la dinámica universitaria, se propuso llevar el tercer sector a las aulas y sacar las clases a la calle, la capacitación del personal universitario en habilidades comunicativas y la búsqueda de puntos de inflexión en los trámites burocráticos para facilitar la eliminación de obstáculos irreales. Hay dos últimos aspectos clave a destacar, cuya utilidad además ha sido ya probada por la experiencia. Estos son el aprovechamiento de figuras de confianza dentro de la universidad, que hagan de facilitadores del encuentro y que tiendan puentes con el tercer sector; y el trabajo colectivo bajo un patrón horizontal, sin jerarquías y evitando egocentrismos.

3. Resultados de las fichas de demandas

Descripción

Tras desestimar algunas fichas completadas de forma incorrecta, este trabajo considera los resultados obtenidos a partir de 29 fichas. Mediante un muestreo de conveniencia, se accedió a la respuesta correcta de las siguientes fichas según su origen geográfico: 7 de Barcelona, 1 de Navarra, 9 de Sevilla, 11 de Cádiz y 1 de Córdoba. Según su dimensión de trabajo, 14 son relativas a la exclusión social (barrios pauperizados, etnias despreciadas, etc.), 6 del ámbito sanitario, 4 de cultura y política, 4 de inmigración y 1 jurídica.

Según el Plan Nacional de Acción para la Inclusión Social (2013), los grupos más vulnerables son las personas sin hogar, con discapacidad, mayores, en situación de dependencia, víctimas de violencia y discriminación racial, étnica o por identidad de género, con problemas de adicción, reclusas y ex reclusas, y población gitana e inmigrante. Se corresponden con el grueso de los movimientos sociales entrevistados, en la categoría “exclusión social”. Aunque la inmigración pertenete a este grupo, en este trabajo se ha considerado por separado, por su entidad y el número de movimientos específicos. Dedicadas a la sanidad son aquéllas organizaciones centradas en colectivos que sufren determinadas enfermedades, y que ofrecen ayuda tanto a los enfermos como a sus familias. Las jurídicas son las dedicadas a asuntos legales. Y, dentro de cultura y política están las que tratan temas de actualidad, ciudadanía, política y territoriales.

Hallazgos

La primera observación ha de ser la propuesta, por parte de los movimientos sociales, de incluir un cuarto elemento en la ficha, además de la clasificación ya indicada (recursos humanos, espaciales y económicos): la información o el conocimiento. Muchas organizaciones manifiestan desconocer las posibilidades que la universidad ofrece y las posibles ayudas económicas; mientras que otras demandan acceso a las bases de datos y a las últimas investigaciones de las que dispone o que se realizan en el ámbito académico.

En todas las fichas se demandan recursos humanos o bien queda claro que son imprescindibles para el desarrollo de su actuación. En 8 de las 29 se muestra la necesidad de recibir ayudas económicas y 5 demandan recursos espaciales

Entre los recursos humanos más demandados por organizaciones dedicadas a grupos de riesgo de exclusión social se encuentra el voluntariado, especialmente en organizaciones cuyas prácticas se basan en ofrecer alternativas de ocio o capacitación, para llevar a cabo las actividades y talleres. Muchas de las organizaciones demandan también convenios con la universidad para la admisión de alumnos de prácticas, y especialmente piden recibir información sobre becas, talleres y cursos que oferta la universidad, así como los proyectos realizados que puedan resultar de interés. Destacan las peticiones de asesoramiento por parte de profesionales para trámites burocráticos y legales, de formación de los voluntarios por parte del profesorado, de acceso a datos de las investigaciones relacionadas con los grupos concretos con los que trabajan y de colaboraciones y proyectos conjuntos de investigación.

En este mismo ámbito, algunas asociaciones demandan recursos económicos en forma de ayudas directas o información sobre convocatorias de ayudas a proyectos. Y de forma más aislada, se demandan recursos espaciales, como lugares donde darse a conocer y realizar talleres.

Lo que más se ha demandado dentro de los recursos humanos en las organizaciones del ámbito de la sanidad es el voluntariado constante, seguido del eventual (para eventos y actividades concretas). Casi todas las organizaciones que no tienen convenio de prácticas lo solicitan, y algunas de las que ya tienen piden que tengan una duración más larga, para aprovechar mejor los vínculos y el aprendizaje que se crea en las mismas. Otra demanda reiterada en las fichas es la recepción de información sobre proyectos, cursos, becas y novedades de la universidad. Algunas organizaciones piden acceso al boletín informativo de la universidad. La disposición a dar charlas informativas para dar a conocer las enfermedades y la realidad social de las familias y personas afectadas, está presente en prácticamente todas las fichas. Algunas organizaciones exponen la necesidad de adaptar los contenidos universitarios y lo que ofrece la universidad, a la realidad de las personas afectadas con las que se va a trabajar. Este desajuste que perciben debe tenerse muy en cuenta y, como se propone en algunas fichas, podría solventarse con una enseñanza más práctica y basada en habilidades comunicativas, que permitan el acercamiento a la realidad.
Como demandas más aisladas, se encuentran las investigaciones relacionadas con determinadas enfermedades –con el fin de actualizar las prácticas¬–, facilitación de la integración laboral a través de ofertas de empleo del PAS (Personal de Administración y Servicios) en la Universidad y colaboración en proyectos. No hay peticiones de recursos económicos, aunque sí de presión institucional por parte de la universidad para mantener la financiación.

En el ámbito de cultura y política, la mayoría de organizaciones demandan la colaboración de la universidad en la realización de estudios de investigación tanto históricos, del patrimonio y el terreno, como estadísticos para conocer mejor a la población o la participación ciudadana. Con menos frecuencia, las organizaciones demandan voluntariado y ayuda de profesionales para tareas educativas, de mejoras urbanísticas y de divulgación.

Las organizaciones dedicadas a la inmigración de las que se han recibido fichas tienen buena parte de sus necesidades cubiertas; no obstante, piden voluntarios formados en el ámbito de la inmigración y ayudas económicas.

La única asociación dedicada al ámbito jurídico de la que se recogió ficha, demandó espacios de trabajo científico conjunto y seminarios en los que se traten contenidos que no se dan en la universidad.

Conclusiones

Resulta interesante atender a las coincidencias entre las dificultades y propuestas que aparecieron en el taller de demandas del congreso La Universidad Comprometida y las peticiones que han aparecido en las fichas de demandas, lo que nos permite unir perspectivas distintas. Una, la de los estudiantes y profesores de universidad, aunque activistas en su mayoría, que acudieron al congreso; y otra la de los representantes del tercer sector. Esta recapitulación es de especial importancia para sistematizar y mejorar instrumentos de recogida de demandas, conocer sobre qué recursos debería potenciarse la disponibilidad y la información, y para adaptar a corto y largo plazo las dinámicas de la universidad, con cambios que beneficien a ambos lados.

El recurso más demandado ha sido sin duda el humano. Entendemos por tanto, que al tratarse de organizaciones que se encuentran fuera de la protección u organización del Estado y que generalmente parten con escasos recursos de cualquier tipo, las personas participantes son vitales para sacar adelante con su trabajo los proyectos planteados. Quizá sea más fácil conseguir espacios, mientras que las ayudas económicas entendemos que pueden venir de muchas fuentes. Muchas organizaciones acuden a la autogestión, mientras que otras reciben donaciones públicas o privadas.

Como se ha visto, especialmente en las organizaciones dedicadas a la sanidad y a los grupos en riesgo de exclusión social, la demanda de voluntariado es muy destacada. Para hallar formas de soporte, es necesario no sólo ocuparse de la tarea de buscar voluntarios, sino indagar en causas más profundas que puedan responder a esta demanda también a largo plazo. Una de las dificultades que surgieron en el taller fue la necesidad de sensibilización tanto de alumnos como de personal universitario hacia los problemas sociales. Que a esta sensibilización se le de importancia en la universidad generaría conciencia social y crítica, que sumaría más personas interesadas en participar en el tercer sector, entre otras formas, como voluntarios. Por otro lado, la captación de estudiantes como voluntarios se vería favorecida si se les presenta como una oportunidad de enriquecer su formación académica –en estudios relacionados con las actividades del voluntario–, laboral y personal. En lo que respecta a esta visión del voluntariado como formación práctica y complementaria para alumnos de Trabajo Social, Psicología, Medicina, etc…  se presenta la inadvertida pero molesta dificultad de que no son mayoría los estudiantes interesados por obtener una formación completa, absorbiendo su atención la obtención del título o un buen expediente. Abrir la puerta del interés por la formación práctica y por la solidaridad, es una tarea que debemos empezar desde abajo.

En esa misma línea, encontramos que algunas organizaciones declaran que los contenidos estudiados en la universidad no se adaptan a las necesidades reales, algo que se comentó también en el taller de demandas. De esta forma parece que la brecha existente entre el mundo académico y las necesidades de la sociedad son evidentes. Los estudiantes están muy centrados y presionados abordando materias que requieren de gran parte de su tiempo y su esfuerzo. Al mismo tiempo, carecen de las herramientas necesarias para enfrentarse a problemas concretos. Esta desconexión con la realidad genera a su vez individualismo, desconfianza e inseguridad hacia labores que no sean las establecidas por la institución académica.

Es importante potenciar las prácticas en organizaciones del tercer sector, de forma continuada, en vista de la cantidad de demandas de convenio de prácticas que se dan. De esta forma, ambas partes pueden beneficiarse y los estudiantes adquieren conciencia social. Esto enlaza con varias de las dificultades que se mencionaron en el congreso. Para empezar, la burocratización de la universidad, que dificulta cualquier relación con otra organización. Y, por otro lado, la presión que reciben profesores y estudiantes para realizar estudios que sean académicamente reconocidos y por trabajar ciertos temas y no otros. De esta forma, se llega a pensar que no merece la pena emplear tanto esfuerzo en proyectos que, aunque puedan ser útiles, no están suficientemente recompensados.

Otra demanda reiterada que coincide con un punto de desconexión entre la universidad y el tercer sector es la recepción de información. La falta de comunicación y de espacios comunes fue una de las dificultades que se consideró necesario salvar. Son muchas las organizaciones que piden recibir más información tanto sobre becas económicas y proyectos de financiación, tanto como información sobre actividades universitarias –talleres, cursos, proyectos, eventos culturales, novedades, etc…¬–. Esta demanda tiene varias posibles soluciones. Una de ellas fue propuesta en una de las fichas: que las organizaciones del tercer sector puedan suscribirse fácilmente a los boletines informativos de todas las universidades. Desde la perspectiva de una Universidad Comprometida, y ligada al tercer sector, esto sería un gran paso para el estrechamiento de la distancia.

Muy relacionado con lo anterior es la dificultad de las organizaciones para acceder a información científica de interés. Esto apoya la ruptura intelectual que existe entre los movimientos sociales y la universidad, y las dificultades para reunirse y hablar el mismo idioma. Proporcionar este acceso resulta crucial para acercar el conocimiento científico al tercer sector, y para que este pueda demandar con naturalidad nuevos estudios y propuestas de investigación que puedan resultar útiles al desarrollo, las prácticas y la continuidad de las organizaciones, beneficiando a los colectivos adheridos a ellas. Proponemos que las universidades proporcionen cuentas de acceso a responsables de las organizaciones que así lo soliciten ¬–y por supuesto, divulgar esta posibilidad–, para que puedan entrar en las bases de datos de publicaciones científicas a las que están suscritas las universidad, y obtener libros en préstamo de las bibliotecas.

No hay que olvidar que, aunque las organizaciones del tercer sector necesiten disponer de este acceso a la información académica, la universidad no es la única capaz de enseñar. Debemos tener en cuenta el conocimiento teórico, la experiencia práctica y las distintas perspectivas que el tercer sector puede aportarnos. Con ello, constituye una fuente de conocimiento vital para cursos, congresos, seminarios, masters y asignaturas que tengan que ver con su ámbito de actuación. Fomentar la participación de verdaderos activistas en la organización de la enseñanza puede aportar a profesores, congresistas, alumnos, oyentes, etc. una visión más cercana a la realidad, más útil, y que les brinde la posibilidad de unirse a proyectos del tercer sector.

Algo parecido pensamos de los trabajos de fin de grado y fin de máster (TFG y TFM), que en lugar de mantenerse estancados, deben actualizarse cada año, adaptándose a las necesidades reales de la población. Ello permite, entre otras consecuencias, que el estudiante no solo finalice sus estudios sino que deje algún tipo de beneficio en la sociedad.

El camino hacia la Universidad Comprometida pasa porque las personas de doble condición (activistas y miembros de la universidad) visibilicen y compartan las experiencias, se unan, trabajen colectivamente y, de forma horizontal, busquen a los activistas de dentro y de fuera de la comunidad universitaria para acercarse a los movimientos sociales y colaborar desde dentro. Pasa también por sensibilizar, empatizar y fomentar el respeto hacia el trabajo de los demás, y dejar atrás el miedo a participar, a salirse de lo cotidiano y a no saber qué hacer.

La ficha de demandas debe ser actualizada a la luz de los resultados obtenidos. Sería positivo incluir en las fichas un apartado dedicado a la demanda de voluntariado –que si no fuera necesario, no se rellenaría–, especificando la naturaleza de las actividades, talleres o tareas en las que se solicitan voluntarios. También procede añadir una casilla para las fechas, lugares, días y horarios, e información adicional sobre si se precisa algún tipo de formación. Obtener directamente esta información de la ficha agilizaría sobremanera la captación de voluntariado, pudiendo realizarse una lista que se vaya actualizando y publicando periódicamente.

Otra propuesta es explicitar temáticas concretas en las que se necesite colaboración conjunta con la universidad y que las organizaciones del tercer sector tengan la posibilidad de solicitar información o contacto con expertos en temas que estén tratando.

Desde la humildad, este trabajo ha planteado aprovechar el conocimiento generado a partir de la experiencia del congreso La Universidad Comprometida y la recolección de datos mediante la ficha de demandas, para colaborar en la construcción de un imaginario colectivo entre el activismo y la academia, de tal forma que sea más viable el camino juntos.

Agradecimientos

Este artículo ha sido posible gracias a muchas personas que han puesto su trabajo e ilusión en la sinergia entre universidad y movimientos sociales. Agradecemos a todos los asistentes al congreso La Universidad Comprometida que participaran en este proyecto, aportando sus ideas y experiencias, haciéndonos crecer como personas, activistas y universitarios. Gracias a María Teresa Hernández Merino, de la Universidad de Córdoba, que realizó la síntesis del congreso. Gracias a todos los alumnos de prácticas y TFG que encuestaron a las organizaciones del tercer sector y nos han permitido contar con una buena cantidad de fichas de demandas. Queremos nombrar también aquí al Centro Social Okupado y Autogestionado “La Sin Nombre” y a las personas que allí participan, por todo el trabajo que hacen y por cedernos el espacio para que, de forma simbólica, uniéramos al tercer sector con la universidad. En el momento de escribir estas palabras, el Centro ha sido desalojado, y con él las esperanzas de muchas personas, depositadas en la utilización comunitaria de un espacio abandonado. De la misma manera agradecemos al Centro Social Tahrir, en el que los asistentes al congreso compartimos un interesante tiempo de ocio entre jornada y jornada de congreso. Igualmente agradecemos a todas las organizaciones encuestadas su participación, y en especial a la Corrala Utopía, que tuvo mucho que ver en la gestación de la ficha de demandas. Un agradecimiento muy especial a los miembros de CIADO, Irene, Kike, Álvaro, José y Wahiba. Y para Nilda Varas, por aconsejarnos y por compartir su experiencia. Y, por último, un agradecimiento especial para Vicente Manzano Arrondo, por tener la iniciativa que ha hecho posible este trabajo, por no rendirse en su intento de alcanzar una universidad mejor y por embarcarnos a todos en esta aventura.

Referencias

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Sobre los autores

Alejandro Navas Villar y Blanca Galván Vega son activistas sociales que diversifican su labor entre la Comunidad de Investigación, Acción y Desarrollo para Superar la Opresión y labores de voluntariado. En el mundo universitario, han colaborado en la organización del congreso La Universidad Comprometida: Visiones de Universidad al servicio del Bien Común; y en el grado de psicología de la Universidad de Sevilla, donde cursan estudios y participan en la Delegación de Alumnos /// Comunidad de Investigación, Acción y Desarrollo para superar la Opresión //// alejandro@equipociado.org /// blanca@equipociado.org


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