"La Universidad de Harvard no es la única al servicio del gobierno estadunidense y de las grandes corporaciones dedicadas a la producción de armamento, instancias que financian proyectos de investigación para la guerra. Entre sus éxitos más reconocidos figuran el napalm y el fósforo blanco, utilizados contra la población civil durante la guerra en Vietnam.
Años antes, las universidades de Chicago y de California habían sido pioneras en la investigación que aportó el conocimiento para el Proyecto Manhattan, cuyo resultado fue producir las bombas atómicas lanzadas contra la población japonesa.
No se limitaron a la teoría, sino que participaron en la creación específica del artefacto de aniquilación masiva. El vínculo entre la academia, los gobiernos de países poderosos y las empresas transnacionales se exhibe como virtud mayúscula (Jalife, 2016).
Dentro de la división del trabajo, se ha asignado a estas instituciones la función de generar intelectuales al servicio de los poderes fácticos predominantes; su labor no se restringe a proveer materiales concretos, sino también constructos eidéticos inclusive más letales en sus secuelas para los pueblos indefensos.
En nuestro país (México), las universidades públicas sucumben hoy día a la convocatoria de empresarios y políticos para elaborar pesquisas detalladas sobre la flora y la fauna de nuestro territorio, bajo encargo de grandes consorcios extranjeros interesados en apropiarse de los recursos bióticos e hídricos, como han hecho ya con la minería y los hidrocarburos. (Aboites, 2016)".
Texto tomado de "Fregoso Peralta, Gilberto y Aguilar González, Luz Eugenia (2017). Información de estudiantes universitarios sobre el uso inapropiado de la ciencia. Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado (ISSN 0213-8646 | E-ISSN 2530-3791), número 90 (31.3) Diciembre 2017, pp. 146-147" (Pulsar aqui para acceder al texto completo de este artículo).
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