Recientemente hemos publicado en "AUFOP/ Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado" (Facebook) algunos post que hacen alusión a dos monográficos publicados en la citada revista: "La educación inclusiva hoy: Escenarios y protagonistas" (Abril 2011) y "El optimismo" (Diciembre 2009).
Si en la presentación de este último, El optimismo, se glosa la figura de Hellen Keller [A quien Ana Sullivan, una joven maestra especializada en sordomudos, ayudó a romper la burbuja secreta en la que vivía una adolescente, Hellen, encerrada hasta entonces en la fortaleza vacía y solitaria de su mundo interior, un recinto de tinieblas y silencio del que terminaría emergiendo, no sin dolor, una personalidad extraordinaria, brillante, entusiasta y única], en la presentación del primero, La educación inclusiva hoy, se destaca que la idea de Educación Inclusiva es inseparable del compromiso por promover el derecho de todos a formar parte de una comunidad escolar acogedora, en la que todos y cada uno somos bienvenidos y que nos proporciona múltiples y variadas oportunidades para aprender y para participar. Un sentido de pertenencia, bienvenida y participación que sólo pueden ser entendidos cabalmente desde el reconocimiento de cada alumno y de cada alumna como un agente, como alguien a quien se le reconoce la capacidad, la oportunidad y el derecho a “entrar en el juego”, a participar, a decidir, a opinar y a tener el control de las cuestiones que le afectan vitalmente; de tener, en fin, su lugar y su voz.
Pues bien, a propósito de ambos monográficos queremos hacer una breve referencia aquí a un libro, -Educación, Handicap e inclusión, Ediciones Mágina, Marzo 2012- del que son autores Ignacio Calderón Almendros y Sabina Andrea Habegger Lardoeyt, un ensayo que habla de democracia, de educación inclusiva, de participación, de voz del alumnado, de optimismo, de superación de las barreras de la discapacidad; un libro que describe y analiza una experiencia que rompe con las concepciones sociales al uso, y que permite mirar al futuro con esperanza.
Desde una perspectiva inclusiva, comprometida y radical, el texto presenta un importante potencial contrahegemónico, ya que los hechos posteriores han avalado la perspectiva inclusiva de la familia: Rafael aprobó la ESO, el Bachillerato y los diez cursos de los grados elemental y profesional de Música. Obtuvo por ello la Medalla de Oro al Mérito en la Educación de Andalucía. Admitido en la prestigiosa Academia de Estudios Orquestales Barenboim-Said y esponsorizado por la marca internacional de instrumentos musicales Yamaha y estudiante del grado superior de Música, Rafael ya no tiene que demostrar nada.
Es hoy un argumento vivo que cuestiona muchas de las habituales prácticas escolares y nos impulsa a repensar el compromiso de los educadores en la estimulación de la participación de toda la comunidad escolar, en el fomento de la autonomía del alumnado y en el reconocimiento de los demás en sus derechos humanos y sociales".
_____________________
El Ave María de F. Schubert interpretado por Rafael Calderón Almendros (Premio Mérito a la Educación 2010), primera persona con síndrome de Down en España que obtiene el Grado Profesional de Música, rompiendo de esta forma con la historia.
_____________________
El Ave María de F. Schubert interpretado por Rafael Calderón Almendros (Premio Mérito a la Educación 2010), primera persona con síndrome de Down en España que obtiene el Grado Profesional de Música, rompiendo de esta forma con la historia.
0 comentarios:
Publicar un comentario