La Revista Electrónica Interuniversitaria de Formación del Profesorado publica en línea su número 38 (14.3), con un monográfico sobre "Inteligencia Emocional y Alta Habilidad (pulsar aquí para acceder al texto completo)", coordinado por María Dolores Prieto y Daniel Hernández.
Inteligencia emocional y alta habilidad (Presentación)
María Dolores Prieto*, Daniel Hernández**
*Universidad de
Murcia
**Universidad
de Connecticut
El estudio de la alta habilidad en España es un tema
relativamente reciente. En los últimos años se ha producido una evolución del
término altas capacidades, con una cada vez más precisa consideración de este
alumnado en el contexto escolar y con pautas más específicas para su
identificación y respuesta educativa. Este progreso se ha producido
fundamentalmente gracias a tres factores. En primer lugar, el reconocimiento
formal de la existencia de alumnos que presentan altas capacidades
intelectuales dentro del colectivo de alumnos con necesidades educativas de
apoyo específico en el marco legislativo en materia de educación (LOE, 2006).
En segundo lugar, el número cada vez más numeroso de universidades e
instituciones científicas que trabaja actualmente en el campo de la alta
habilidad, difundiendo sus resultados entre la población general y la comunidad
educativa (e.g., Universidad Autónoma de Barcelona, Universidad Complutense de Madrid, Universidad
de Murcia, Universidad de Navarra, Universidad de la Laguna, entre otras). En tercer
lugar, las asociaciones y fundaciones afines a las altas habilidades han permitido proporcionar una
atención complementaria a los alumnos de altas capacidades intelectuales a
través de programas, becas y distintas actividades (e.g., Center for Talented
Youth; Sociedad Española para el Estudio de la Superdotación; Fundación
Promete) (Hernández y Ferrando, 2010).
Sin embargo, a pesar de que estas actuaciones han
supuesto un avance importante en el estudio de la alta habilidad en nuestro
país, todavía nos queda un largo camino por recorrer. Este monográfico pretende
contribuir a este aspecto, especialmente en lo que se refiere a un tema que ha
sido tradicionalmente olvidado en el estudio de las características de estos
alumnos: las variables sociales y emocionales que configuran su perfil
intelectual.
El estudio de las características sociales y
emocionales de los sujetos de altas habilidades ha arrojado conclusiones
contradictorias. Por un lado, algunos autores indican que los alumnos de altas
habilidades presentan un buen ajuste social y emocional, así como un desarrollo
moral y madurez adecuadas (Baer, 1991; Freeman, 1983, 1994; Terman, 1925). Por
otro lado, algunos autores consideran que el alumno de altas habilidades
resulta extremadamente sensible en distintas áreas, lo que le predispone a
sufrir problemas de ajuste social, conflictos interpersonales y mayores niveles
de estrés que sus compañeros de habilidades intelectuales medias (Dabrowski,
1964; Hollingworth, 1942; Nelson, 1989; Roedell, 1986; Silverman, 1993; Tannenbaum,
1983).
Para tratar de esclarecer este campo, el presente
monográfico analiza las características socio-emocionales desde una nueva
perspectiva que recoge algunas de las variables que han sido tradicionalmente
relacionadas con distintos constructos en el contexto escolar (e.g.,
rendimiento académico, inteligencia, creatividad, motivación, etc.): la
inteligencia emocional. La inteligencia emocional ha sido definida de dos
maneras diferentes. Por una parte, la inteligencia emocional como habilidad se
refiere a la habilidad para procesar la información con contenido emocional
(Mayer y Salovey, 1997). Por otra parte, la inteligencia emocional de rasgo se
ha definido como una constelación de autopercepciones localizada en los niveles
más bajos de la personalidad (Petrides, 2011; Petrides, Pita, & Kokinaki,
2007). De manera particular, la inteligencia emocional se ha reconocido como un
constructo inestimable para el estudio de las competencias socio-emocionales de
los alumnos de altas habilidades (Bar-On, 2007; Bar-On y Maree, 2009) y como un
marco científico estructurado para un estudio riguroso de las características
emocionales y sociales de los alumnos superdotados y talentos (Prieto y
Ferrando, 2008).
El monográfico consta de un total
de diez artículos en los que se tratan algunos de los temas más actuales que
conectan el estudio de la inteligencia emocional con el campo de la alta
habilidad. A continuación presentamos una breve reseña de cada uno de estos
trabajos con el objetivo de ofrecer al lector una visión general de los mismos.
El trabajo presentado por Castelló
y Cano (Universidad Autónoma de Barcelona y Dades.cat formació) tiene por
objetivo delimitar el espacio conceptual completo de la inteligencia
interpersonal. Los autores presentan una definición del término y explican sus
bases conceptuales, entendiéndola como la habilidad para representar los estados
internos de otras personas. El análisis sobre los orígenes de la inteligencia
intrapersonal y su función en la adaptación de la especie humana ofrece al
lector una visión muy práctica y clara de cómo aplicamos dicha inteligencia en
la vida diaria. Resulta especialmente interesante la reflexión que realizan los
autores en torno al tipo de instrumentos que deberían implementarse para evaluar
este tipo de inteligencia, así como las precauciones debemos tener en cuenta en
la utilización de cada uno de ellos (medición de recursos básicos, predicción
del comportamiento, evaluación de situaciones complejas, y auto-informes).
Finalmente, su discusión sobre las principales confusiones asociadas a la idea
de esta forma de inteligencia permite establecer los aspectos diferenciales de
la inteligencia intrapersonal con otros tipos de procesos perceptivos, representacionales
y de procesamiento relacionados.
La evaluación de la inteligencia emocional ha sido
uno de los aspectos más controvertidos en el desarrollo del constructo. El estudio
de Mestre y colaboradores (Universidad de Cádiz) ofrece un nuevo instrumento
para la evaluación de la inteligencia emocional en alumnos de Educación
Infantil. Este trabajo adquiere especial relevancia si tenemos en cuenta que
hasta la fecha son muy escasos los instrumentos para evaluar la inteligencia
emocional dirigidos a poblaciones con edades inferiores a los seis años. En concreto,
el instrumento trata de evaluar las dimensiones de percepción, valoración y
expresión emocional y se encuentra adaptado a las características evolutivas,
sociales y emocionales de estos alumnos. Incluye ítems en los que los alumnos
deben indicar (a) qué emoción presentará un personaje en función de una serie
de situaciones presentadas, (b) cuál de los personajes indicados expresa una
emoción concreta, o (c) identificar qué emoción representa una melodía musical.
De manera adicional, los autores presentan algunos resultados preliminares
derivados de la aplicación del instrumento, observando que existe una relación
positiva entre las variables que evalúa el instrumento y la percepción de los
profesores en relación a variables como adaptación a las normas escolares,
control de la impulsividad, rendimiento académico y menor conflictividad.
Tradicionalmente, el estudio de las
socio-emocionales de los alumnos de altas habilidades ha estado principalmente
focalizado en el análisis de la percepción de los alumnos sobre su propia
competencia emocional y social. Estudios más recientes están comenzando a tener
en cuenta la percepción que otros agentes educativos (e.g., padres, profesores
y compañeros) tienen sobre la habilidad de los alumnos para reconocer emociones
propias y de los demás, adaptarse a nuevas circunstancias, comprender emociones
complejas, etc. Este es el caso de dos trabajos de nuestro monográfico.
Por una parte, el trabajo de Fernández y
colaboradores (Universidad de Murcia y Universidad de Connecticut) analiza el
perfil socio-emocional de una muestra de alumnos de Educación Secundaria a
partir de la percepción de sus profesores según las variables excepcionalidad y
género. Los autores aportan evidencia sobre perfiles diferentes en relación a
los alumnos de altas habilidades y habilidades intelectuales medias. Por
ejemplo, los profesores percibieron que los alumnos de altas habilidades se
encontraban mejor adaptados, con mayor estado de ánimo y presentaban
habilidades interpersonales más desarrolladas. En cuanto al género, los
profesores identificaron a los alumnos con un mejor manejo del estrés que las
alumnas. Finalmente, cuando se consideró el efecto conjunto de las variables
excepcionalidad y género, se obtuvieron diferencias estadísticamente significativas
para las dimensiones adaptabilidad, estado de ánimo e inteligencia
intrapersonal.
Por otra parte, Hernández y colaboradores (Universidad de Connecticut y
Universidad de Murcia) dirigen sus esfuerzos a determinar las causas de las
diferencias encontradas en diferentes estudios entre las percepciones de
diferentes informadores (profesores, padres y alumnos) en la evaluación de la
competencia socio-emocional
de los alumnos de altas habilidades. Para ello, los autores consideran estudios
previos realizados en los campos de la inteligencia y la personalidad. En
general, los autores ponen de manifiesto que cuando se valoran aspectos más
relacionados con las competencias emocionales (i.e., intrapersonal, interpersonal,
adaptabilidad, estado de ánimo), padres e hijos comparten más aspectos comunes
que cuando se valoran los aspectos relacionados con las aptitudes escolares,
donde profesores y alumnos podrían compartir aspectos comunes (i.e.,
inteligencias lingüística, lógico-matemática, naturalista, viso-espacial).
En el estudio de Adame y colaboradores (Universidad de las Islas Baleares)
se discute sobre las estrategias socio-emocionales que los profesores utilizan
en el aula en su día a día y para resolver situaciones conflictivas. A través
de un estudio de casos, son capaces de identificar dos tipos de estrategias. En
primer lugar, identifican estrategias internas o personales, referidas a la
capacidad de los profesionales para controlar sus emociones y estados de ánimo,
utilizar el sentido del humor como mecanismo de control ante el estrés o la
frustración y auto-observar su conducta como mecanismo de afrontamiento. En
segundo lugar, identifican estrategias interpersonales como favorecer las
relaciones sociales con tácticas comunicativas, empáticas y negociadoras;
mantener conductas adecuadas a través de refuerzos y/o extinguir las respuestas
inadecuadas; y mejorar la coordinación de docentes y la organización de centro.
Resulta un estudio muy interesante que pone de relieve la importancia de este
tipo de estrategias en la labor docente, más allá de los factores
tradicionalmente considerados, como el conocimiento de la materia o el dominio
de técnicas pedagógicas y metodológicas.
La inteligencia emocional ha demostrado su
importancia en el desempeño y en el bienestar de los sujetos en diferentes
contextos, especialmente en el educativo. El objetivo del trabajo de Clariana y
colaboradores (Universidad Autónoma de Barcelona y Universidad de las Islas
Baleares) consiste en analizar la relación entre la inteligencia emocional y la
procrastinación académica de los alumnos, entendida como la tendencia a evadir
responsabilidades posponiendo tareas a realizar. En primer lugar, y basándose
en una amplia revisión de la literatura científica, los autores presentan la influencia
de la variable procrastinación académica en el rendimiento de los alumnos.
Sobre esta base, demuestran la relación negativa entre la procrastinación y la
inteligencia emocional, especialmente con las dimensiones intrapersonal y
estado de ánimo. En segundo lugar, los autores analizan la influencia de la
variable género en esta relación, identificando un perfil diferenciado para
chicos y chicas donde los varones obtienen puntuaciones significativamente
superiores en las dimensiones manejo del estrés y adaptabilidad y las mujeres
puntúan significativamente más alto en las dimensiones intrapersonal e
interpersonal.
La importancia que tiene estudiar la relación entre
la creatividad y la inteligencia emocional en estudiantes de diferentes niveles
de inteligencia es el tema propuesto por Sainz y colaboradores (Universidad de
Murcia y Universidad de Minho). A partir de una revisión exhaustiva de la
bibliografía, los autores
analizan en primer lugar las investigaciones que han dirigido sus esfuerzos al
estudio de la auto-percepción de las competencias socioemocionales en alumnos
con diferentes niveles de inteligencia. En segundo lugar, presentan las
investigaciones que han estudiado la relación entre las variables creatividad e
inteligencia. En tercer lugar, examinan las escasas investigaciones que se han
dedicado a estudiar la relación entre creatividad e IE como base para su
estudio empírico. Los autores ponen de manifiesto la existencia de diferencias
estadísticamente significativas en la autopercepción de la competencia
emocional total y en la dimensión elaboración de la creatividad según el nivel
intelectual de los participantes, aunque no evidenciaron correlaciones
estadísticamente significativas entre competencia socio-emocional y
creatividad.
El trabajo de Maree (Universidad de Pretoria, Sudáfrica) trata de delimitar
el papel de la inteligencia emocional en la consecución del éxito personal y
profesional en poblaciones desfavorecidas y en riesgo de exclusión. Para ello
parte de un proyecto destinado a ayudar a superar los retos de la vida de una
muestra de alumnos talentosos de raza negra de una de las regiones más pobres
de Sudáfrica. A través de un análisis detallado de la información que se
desprende de entrevistas, cuestionarios y observación directa obtenidos antes,
durante y después del proyecto, la autora analiza de qué manera las
competencias emocionales de los alumnos intervinieron en el éxito individual
del programa a nivel académico, personal y social. Finalmente, la
autora reflexiona sobre los retos multifacéticos de una universidad
caracterizada por la diversidad e intenta contribuir al debate actual sobre el
desarrollo de un modelo educativo y pedagógico en el que se reconozca a los
grupos sociales pertenecientes a los extremos más necesitados de la sociedad.
El desarrollo de programas destinados a desarrollar
competencias socio-emocionales se ha incrementado satisfactoriamente durante
los últimos años. Este incremento se ha visto condicionado por la incorporación
de contenidos y objetivos en el currículo español relacionados con la educación
emocional. En esta misma dirección, Guil y colaboradores (Universidad de Cádiz)
nos ofrecen una propuesta para implementar un programa de desarrollo de
competencias emocionales en el aula de Educación Infantil, en el que el
profesor actúa como máximo protagonista en su organización e implementación.
Los autores proporcionan algunas directrices psicopedagógicas para realizar
esta tarea en relación a contenidos, estrategias didácticas y destinatarios del
programa, así como una propuesta metodológica que incluye algunos ejemplos de
actividades que los docentes pueden incluir en su labor educativa (caras
emocionales, mímica de sentimientos, terapia musical, teatro de las emociones,
etc.).
Finalmente, el trabajo de Patti y colaboradores (Hunter College of The City de New York, Universidad de Yale y Universidad de Murcia) aporta una valiosa revisión en la que destacan la importancia de considerar las dimensiones emocionales y sociales desde distintas perspectivas en el estudio de la alta habilidad. Igualmente, ofrecen una reflexión sobre la necesidad de incorporar programas de desarrollo de las habilidades emocionales en la escuela en general y para alumnos de altas capacidades en general. Además, los autores del artículo describen el programa RULER como un nuevo enfoque para el desarrollo de las habilidades emocionales de los alumnos de distintos niveles educativos y aportan evidencia empírica sobre las ventajas de este programa para el desarrollo de la inteligencia emocional en contextos educativos.
Finalmente, el trabajo de Patti y colaboradores (Hunter College of The City de New York, Universidad de Yale y Universidad de Murcia) aporta una valiosa revisión en la que destacan la importancia de considerar las dimensiones emocionales y sociales desde distintas perspectivas en el estudio de la alta habilidad. Igualmente, ofrecen una reflexión sobre la necesidad de incorporar programas de desarrollo de las habilidades emocionales en la escuela en general y para alumnos de altas capacidades en general. Además, los autores del artículo describen el programa RULER como un nuevo enfoque para el desarrollo de las habilidades emocionales de los alumnos de distintos niveles educativos y aportan evidencia empírica sobre las ventajas de este programa para el desarrollo de la inteligencia emocional en contextos educativos.
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