Otro internet es posible: La red se está convirtiendo en una poderosa herramienta para dar la voz al ciudadano



La Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado publicará en agosto próximo dos monografías centradas en La educación democrática en los nuevos escenarios ciudadanos, una de ellas en su versión impresa (RIFOP) y la otra en su versión electrónica (REIFOP), ambas coordinadas por Juan Bautista Martínez Rodríguez, catedrático de la Universidad de Granada.

Si hace unos días ofrecíamos en estas páginas un primer comentario sobre la monografía a publicar en la RIFOP, el post de hoy está dedicado a hacer otro tanto con respecto a la monografía que ofreceremos en la versión electrónica (REIFOP).

En este caso hemos seleccionado algunos párrafos de un artículo de José Luis Arostegui Plaza (Universidad de Granada) que lleva por título "Retos políticos, ciudadanos y educativos del uso de internet en la escuela."

En uno de sus apartados, titulado "Otro Internet es posible: Internet como herramienta de servicio público", el autor señala lo siguiente:


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Las principales características de la democracia en Internet podrían agruparse en dos: es público y es participativo.



1) Es público

Internet es una herramienta muy poderosa en todos los ámbitos sociales, no sólo por las posibilidades ingentes de acceso a la información, además en tiempo real, sino sobre todo porque no pertenece a nadie o, lo que es lo mismo, a todos. Regulada por un organismo que, si bien está controlado por el Gobierno de los Estados Unidos, hasta ahora ha funcionado, salvo en contadas ocasiones, como “el lugar vacío” en que el demócrata deliberativo aspira a convertir el poder: es el principio denominado de neutralidad en la red, un concepto actualmente cuestionado por algunos de las grandes empresas de internet y defendida por otras, además de por la sociedad civil.

La neutralidad en la red supone que todo internauta: 1) pueda enviar y recibir el contenido de su elección; 2) que puedan utilizar cualquier contenido y ejecutar cualquier aplicación y servicio; 3) debe emplear programas y equipos que no dañen la red; 4) pueda elegir al proveedor de servicios que considere; 5) pueda acceder a la red sin ningún tipo de discriminación, es decir, que los proveedores del servicio no puedan restringir el tráfico hacia servidores propios o de empresas que paguen por priorizar su acceso; 6) supone además para los proveedores de acceso a internet ofrecer un servicio transparente. Se trata, por ejemplo, de que ni Facebook ni Google puedan impedir que sus usuarios puedan transferir su libreta de direcciones de un servicio a otro, o de que los buscadores no pongan al principio del listado de resultados de la búsqueda la de aquéllos que pagan con tal fin, o que todas las redes sociales accedan en las mismas condiciones al ordenador del usuario final, sin que uno tenga mayor ancho de banda que otro, según haya pagado o no.

La neutralidad en la red está en la actualidad en riesgo, aunque por el momento se mantiene, no sin dificultades. De entre las empresas del sector más conocidas, Google la defiende, y Facebook la cuestiona, debido al modelo de negocio de cada una; la primera se basa en ofrecer servicios, siendo muchos de ellos recopilación de lo que existe en internet, ya sean búsquedas, noticias, imágenes, etcétera, mientras que Facebook lo que quiere es que el usuario emplee sólo los suyos propios tanto como sea posible, ya sea para enviar mensajes (que sólo se pueden responder desde dentro de la red), realizar búsquedas (en convenio con Bing, el principal competidor de Google), juegos en red, o incluso compras, empleando la propia moneda de trueque interno, los “Facebook credits”. Para el internauta de a pie, la neutralidad es crucial para “mantener la enorme ola de innovación, el crecimiento económico, la creación de empleo, la generación de pequeños negocios, y una vibrante libertad de expresión”.

El dominio público es otra idea clave para el desarrollo democrático de internet, que en parte se opone a la de los derechos de autor. El propósito de los derechos de autor es recompensar y reconocer el trabajo de creación durante un periodo de tiempo para que, una vez transcurrido, pase a ser patrimonio común, es decir, de dominio público. Desde su creación, el periodo de protección del autor no ha hecho más que aumentar, siendo en la actualidad de 70 años a contar desde la muerte del creador. Busaniche (2010) demuestra, con el caso del patrimonio musical argentino, cómo lo que está sucediendo con esa expansión del tiempo de los derechos de autor es la privatización del patrimonio cultural. Esta autora hace la siguiente reflexión ante la declaración de un senador de ese país argumentando que obras trascendentales de ese acervo cultural estaban “en peligro” (sic) de caer en el dominio público:

"Pensar en esos términos es invertir la ecuación de un modo interesado y perjudicial para los intereses del público. Recordemos que las leyes de derechos de autor, los monopolios artificiales otorgados por el estado a autores, artistas, intérpretes y productores, tienen como objetivo otorgar un incentivo para que haya más y mejores obras que luego lleguen a nutrir nuestro acervo cultural común, el dominio público.

[…] Un reciente documento publicado por el principal economista de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), Carsten Fink, da cuenta de que en el caso de los derechos de autor, un fortalecimiento de la observancia provoca la expulsión de las personas de la posibilidad de acceder a cultura. En un escenario de mayor regulación y observancia, los que no pueden comprar las obras, simplemente no acceden. Esto significa que la profundización de las leyes de "propiedad intelectual", lejos de promover el acceso a la cultura, lo restringen. El mismo Fink explica en el trabajo, publicado a principios de noviembre de 2009, que cuando una ley no sirve al bien público, no debe ser violada, sino modificada (p. 60)."

Y es que, desde la perspectiva democrática, la cultura es ante todo un patrimonio cultural que pertenece a la sociedad, de ahí que se defiendan el copyleft antes que el copyright como medio para reconocer la autoría de quien crea una obra sin limitar su libre difusión o, en informática, las licencias GNU o de código abierto. Es el caso de Sourceforge, alojando proyectos de código abierto y libre difusión, o Participatory Culture, desarrollando herramientas y formatos de vídeo y audio de libre difusión “para la cultura compartida que entre todos estamos creando”, como se dice en la página de inicio. Se desarrollan igualmente plataformas educativas y programas educativos de libre distribución sustentados por este mismo principio, cuyos ejemplos más conocidos tal vez sean moodle y hot potatoes, respectivamente.

Este mismo principio de acceso universal a la cultura es el que igualmente se promueve desde portales que ofrecen información de calidad y acceso público ni ningún tipo de rastreo de los hábitos del internauta. El caso más conocido es sin duda la wikipedia, enciclopedia sustentada por donaciones y disponibles en numerosos idiomas cuyas voces son editadas colectivamente por voluntarios, lo que le ha supuesto no pocas críticas por la calidad y rigor que podrían tener algunas aportaciones, y otros de vandalismo sobre temas controvertidos y polémicos, con ediciones y reediciones en un sentido y el contrario. Aun siendo la más conocida, wikipedia no es la única que promueve información de calidad y de libre difusión, por ser de dominio público. El portal de museos europeos Europeana es otro ejemplo, compartiendo cuadros, música, películas y libros procedentes de las galerías, bibliotecas, archivos y museos de Europa. En este mismo grupo cabe encuadrar a todas las revistas académicas de libre acceso, la mayoría encuadradas dentro del Directorio de Revistas de Acceso Abierto.


2) Es participativo


La implicación directa en asuntos sociales es otro rasgo de amplio desarrollo y aplicación en la red. Mucho se está diciendo en estos días sobre el papel de las redes sociales en las revoluciones árabes, papel que otros atemperan pero que, en cualquier caso, parece haber tenido. La bitácora de Yoani Sánchez, relatando desde Cuba cómo ve a su país es otro ejemplo al respecto. Grupos como Attac o Anonymous, son populares por su activismo a través de la red en defensa de diferentes causas a nivel global y local, así como por su funcionamiento asambleario y comunitario, aunque sin duda Wikileaks ha sido quien más ha dado que hablar. La lista es numerosa, y comprende tanto a organizaciones existentes de hace tiempo como a otras como las citadas creadas al amparo de la red. En nuestro país, “Democracia Real Ya”, demandando una regeneración de la vida política, “Juventud sin Futuro”, sobre los actuales problema de paro y falta de expectativas en la juventud, o “Críticos y Ciudadanos”, pidiendo una mejora las universidades públicas son probablemente los ejemplos más conocidos. Existen además numerosos portales para la recogida de firmas para la causa que el ciudadano quiera defender, como “Petición Pública”, o portales donde poder contar el problema que un cliente ha tenido con determinada empresa (como quejasonline.com). La red se está convirtiendo en una poderosa herramienta para darle la voz al ciudadano, contribuyendo así a que la democracia sea algo más que votar cada cuatro años al permitir la participación ciudadana en la cosa pública.

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