Diseño portadas: Jose Palomero |
Todos los autores que colaboran en esta monografía (pulsar aquí para acceder a ella a texto completo) coinciden en señalar que la educación es un acto amoroso que nos capacita para respetar al otro u otra como legítimo otro u otra en la convivencia. Sin aceptación del otro en la convivencia no hay educación, pero tampoco la hay sin la aceptación de sí mismo. En este sentido, la condición fundamental para que el ser humano se desarrolle como un ser que aprende a pensar, comunicarse, sentir y actuar, es el amor, única emoción capaz de ampliar la conducta inteligente, frente a la ceguera que provoca el enojo, la envidia, la ambición, el miedo, el odio o los celos… Desde este punto de vista, lo que nos hace seres humanos es nuestro vivir como seres cooperativos y amorosos, capaces de respetar a cada cual en su diferencia.
Por otra parte, el propósito de este monográfico es dar pautas sobre cómo deben ser las relaciones entre profesorado y alumnado en el proceso educativo, para que unos y otros lleguen a ser personas que se respetan a sí mismas y a los demás. No en vano, la educación consiste fundamentalmente en crear un espacio de convivencia en el que alumnos y profesores conformen un lugar de encuentro, acogida, participación, confianza y respeto mutuo.
El amor es un modo de vida que implica el respeto a las personas como legítimas personas en su diferencia. Vivimos, sin embargo, en un mundo en el que éste brilla por su ausencia. En este contexto nos preguntamos: ¿Cómo ha de ser la educación hoy? No sólo hay que enseñar valores, sino que hay que vivirlos desde el respeto por sí mismo que surge en la convivencia, pues sólo así la educación podrá contribuir a la construcción del sueño de una sociedad más respetuosa y tolerante, más democrática, más justa y más humana.
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